El relato de las víctimas del atropello múltiple en la boda de Torrejón: “Escuché como dos bombas y me pilló a mí”
Los familiares de los cuatro fallecidos relatan la noche en la que Micael da Silva arrolló a decenas de invitados a un enlace tras una discusión por alcohol

Todo comenzó con una discusión entre El Enano y El Portugués. Hay dos versiones, una es que El Enano le quitó al Portugués una copa de la mano. La otra, que el Portugués y sus hijos habían cogido una botella de Johnny Walker negro, el whisky de mejor calidad, que la familia de los novios estaba reservando para el final de fiesta, cuando quedaran los íntimos. Este es el origen de la pelea que estalló en la boda de Rubén y Sonia en Torrejón de Ardoz (Madrid) el 6 de noviembre de 2022.
Parecía un altercado tonto a altas horas de la madrugada, pero acabó con cuatro fallecidos a las puertas de la celebración, atropellados mortalmente en la calzada por el coche de Micael da Silva, El Portugués. El acusado del crimen ha escuchado este martes el relato de sus víctimas en el juicio en el que se enfrenta a pasar un mínimo de 25 años en prisión. Él ofrecerá su versión al final del proceso.
Un vídeo grabado en medio de la celebración registra precisamente el inicio de la disputa. En primer plano, los invitados a la boda bailan rumba, al fondo se observa una gorra naranja, la que llevaba el acusado del cuádruple homicidio, moviéndose entre la multitud hacia la salida.
El Portugués había llegado a la celebración con sus hijos y sus nietos, pero las familias de los contrayentes aseguran que no estaban invitados porque el aforo estaba limitado a 500 personas, 250 para cada novio y ellos no formaban parte del núcleo cercano. Sostienen que ni siquiera iba vestido para la ocasión. “Somos gitanos, españoles, personas integradas, cuando vas a una boda te pones un traje y cuando vas a hacer deporte te pones de chándal”, ha explicado en la sala Manuel Romero, el padre del novio.
Sobre las dos de la madrugada, Manuel es informado de que El Portugués estaba generando problemas y le pide salir con él. Ya en la calle, le indica que tiene que abandonar la boda: “No me interesan tus motivos. Tú no estás invitado a la boda, la estás estropeando y lo que quiero yo, que soy el padre del novio y dueño de la boda, es que te vayas”. A esta orden, El Portugués respondió “con tono arrogante e incluso molestoso”, que no se marchaba.
Se sumó a la discusión Casiano, hermano de Manuel Romero y tío del novio. También llega el Tío José, Juan Manuel Romero Vargas, una persona mayor, con autoridad para resolver los problemas. Por allí anda también Consuelo Bruno, la madre de Manuel y Casiano y abuela del novio Rubén, que guarda decenas de billetes en el sujetador, regalo de los invitados a los contrayentes. Todos tratan de poner fin a la disputa mientras dentro los novios bailan el yeli, el momento de la boda en el que se suben a los novios a los hombros para “coronar la honra de este matrimonio”, como ha explicado Manuel Romero. Casiano, el Tío José y Consuelo yacerán en el suelo unos minutos después.
Lo siguiente es la masacre. El Portugués se sube a su coche y arremete contra la muchedumbre que se agolpa a las puertas de la sala de celebraciones. “Tengo a mi mujer, a mi hijo, a mi hermano, a mi madre, el Tío José… Ves a tu familia más directa en esa situación y te derrumbas sobre ellos. Mi hijo me exclamaba: ‘Papá, que me muero’. Me tiro al suelo, intento tranquilizarlo, me percato que está herido de la pierna y el pie. Dios me da lucidez y veo que no corre peligro muerte. Veo un horror desproporcionado. Veo a mi mujer inconsciente, intento que me responda para saber si está viva, al lado, mi hermano de mi alma luchando por su vida hasta que se va al cielo...“.
Mari Carmen Navarro, la mujer de Manuel recuerda: ”Yo volé y, lo siguiente que recuerdo, es despertar en un hospital, sola". Casiano, el hijo de Manuel y hermano del novio: “Escuché detrás de mí, uno o dos golpes, como dos bombas y, de repente, me pilla a mí también. Me vi en el suelo con el pie medio colgando, mi madre al lado sangrando por la cabeza...”. “Iba haciendo bum, bum, bum y se iba llevando a la gente por delante. Yo sentía los porrazos”, ha explicado Emilio Romero, padre y esposo de Casiano Romero y Consuelo Bruno, tío y abuela del novio, dos de las víctimas mortales. Los otros fallecidos fueron Iván Mendoza, de 16 años, y Juan Manuel Romero, al que todos llamaban Tío José. Además, otros 10 invitados resultaron heridos de gravedad.
Todos los familiares han declarado detrás de un biombo que los separaba física y visualmente del acusado. La mujer de Casiano, uno de los fallecidos, ha comparecido de luto riguroso. La Audiencia Provincial ha desplegado un importante dispositivo de seguridad, con policías y personal propio de las sedes judiciales, para prevenir cualquier tipo de altercado.
Aunque Micael da Silva, declarará el último día, su abogada ha anticipado que alegará un miedo insuperable para justificar sus actos. Esta es la versión que ya ofreció en el periodo de instrucción de la causa en la que afirmó que oyó disparos, le pareció que su vida estaba en peligro, se montó en el coche y aceleró para escapar del lugar. Fue interceptado en Toledo unas horas después. Con el coche destrozado y manchado de sangre.

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