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Gedeón Guardiola: “En mi último equipo en Alemania no dormía, no quería comer, no me veía como un jugador de balonmano y me sentía un fraude”

El pivote, ganador de nueve medallas con España, se retira a los 40 años en el Nava, el pequeño equipo segoviano donde encontró cobijo tras el traumático desenlace en la Bundesliga, que tanto le dio en la década anterior

Gedeon Guardiola
Lorenzo Calonge

Después de más de una década feliz en Alemania, en la mejor Liga de balonmano del mundo, Gedeón Guardiola (Petrer, Alicante; 40 años) acabó por esas cosas de la vida y el deporte en Nava de la Asunción, un pueblo segoviano de unos 3.000 habitantes, en su equipo de la Asobal. “El choque cultural fue brutal”, confiesa por videollamada a punto de despedirse de las pistas. “Yo estaba en Erlangen, de 120.000 habitantes, con Nuremberg al lado, el aeropuerto, muchos estudiantes, muchas culturas… Vine y el impacto fue muy grande. Por la forma de hablar de la gente, los niños solos por la calle, la carretera nacional pasando debajo de casa, la huerta a dos manzanas, la vida en los bares, que eso no existe en Alemania, ver a la gente mayor jugar la partida a las tres de la tarde… Pero no me costó adaptarme”, cuenta el pivote, especialista defensivo, ganador de nueve medallas con la selección y gran protagonista de la mejor época de los Hispanos. Un camino que se acaba este domingo en Benidorm (derrota 30-23, pero los alicantinos descienden junto a Anaitasuna) para dar el salto a los banquillos. De momento, al lado de sus raíces, en el Centro Excursionista Eldense, de Primera Nacional (tercera categoría). “No descarto regresar a Alemania. Para el balonmano, es el mejor sitio”, advierte.

Gedeón Guardiola levanta el trofeo de la Selección tras conseguir el segundo puesto en el Europeo 2022.

“A mí me fastidió mucho volverme”, se arranca el gigantón Guardiola (dos metros y 100 kilos) con el relato de un tramo final en el país germano que se torció de mala manera. Después de 11 años plenos, un desenlace traumático. “En el Erlangen no contaban conmigo pese a haberme fichado [en 2023]. Fue un palo muy gordo, la peor experiencia de mi carrera por lo que se alargó. Claro, yo es que estudio Psicología y conozco los síntomas de la depresión. Con el tiempo, hice recapitulación: sufría insomnio, no quería comer, no me veía como un jugador porque no me sacaban y me sentía un fraude. Entrenaba a tope y no salía. Con 40 años, nunca me había sucedido. Al final, tuve que ir a un psicólogo. Y es que, además, el equipo perdía. Me sentía peor por eso. La bola se hizo muy grande”, se sincera.

En 2012, con la gran crisis del balonmano español, él fue uno de los muchos que emigraron. Hizo carrera en el Rhein-Neckar Löwen (hasta 2020), la alargó en el Lemgo (20-23), sus hijos nacieron allí, se sentía respetado por todos, triunfaba con España y hacía planes para retirarse en Alemania, hasta que todo se complicó en la penúltima curva. “Se supone que los últimos años tienes que disfrutarlos y no fue así. Pero bueno, es una etapa ya olvidada”, asegura. En febrero de 2024, cerró su traspaso al Nava —“me costó dinero”— por el empeño también del presidente, Julián Mateos, un empresario de la fresa, “un loco del balonmano”, que quiso juntar a Gedeón con su hermano Isaías, que había llegado unos meses antes también desde Alemania. “Como Jordi [Ribera] seguía contando conmigo en la selección, pensé que lo mejor era seguir en la Bundesliga”, apunta. Pero su fichaje por el Erlangen resultó una tortura y en unos meses saltó de Baviera a un pueblo de Segovia. “Aquí no se creen que haya venido”, afirma sobre el cariño recibido en su último destino, al que ha ayudado a salvar la categoría sin ningún agobio.

“Me marcó la energía de Viran Morros”

A Gedeón Guardiola siempre lo habían visto con los Hispanos y, durante mucho tiempo, junto a Viran Morros, la pareja defensiva que dejó huella y que sigue siendo añorada. “Valero Rivera nos puso en la misma habitación desde el primer día y todo fue muy natural. Él es más metódico, ve vídeos y apunta cosas. Yo era más intuitivo. De él me marcó mucho verlo entrenar, su energía. A mi lado, además, tenía a Jorge Maqueda, que me decía: ‘mándamelos para mí [a los rivales]’. Imagínate la seguridad que sentía”, ite.

Gedeon Guardiola (i) y Viran Morros (c) frenan a Haniel Langaro

“Recuerdo que, cuando empezó Jordi Ribera, quiso implantar cosas a las que no estábamos acostumbrados, como cambiar del 6:0 al 5:1 en defensa. Con Valero y Manolo Cadenas había sido siempre 6:0. Entonces, a Viran lo usaba en el 5:1 y a mí, en el 6:0, pero sin él. Nos cabreábamos porque no nos ponía juntos, aunque al final acababa muriendo con nosotros. Lo bonito es que nuestro último partido en la selección fue juntos, hace un año, contra Serbia. Lo tengo grabado más que alguna final”, rebobina el campeón del mundo en 2013, doble de Europa (2018 y 2020) y bronce olímpico en Tokio 2021, entre otras conquistas en sus 204 partidos internacionales. “El debut me llegó con 27 años, cuando ya no pensaba”, ite.

Ahora es el tiempo de otros en un grupo que todavía busca certezas en esa posición tan sensible. “Se necesita experiencia porque los buenos del equipo contrario siempre acaban cayendo por ahí. Lo de Viran y mío no sé si volverá a pasar. Me siento halagado que sigan hablando de nosotros. Pero sí se necesita cuanto antes que alguien marque la diferencia. Debería ser Migallón”, concluye Gedeón Guardiola, que este domingo pliega velas en una cancha de balonmano.

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Sobre la firma

Lorenzo Calonge
Licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Desde 2018, en la sección de Deportes de EL PAÍS y desde 2020, en la información del Real Madrid. También cubro balonmano.
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