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El último detenido por la muerte de dos guardias civiles en Barbate dice que fue un accidente fruto del cansancio

El juez ordena el ingreso en prisión Abdennour El Hichou, el último tripulante que permanecía huido de la narcolancha que arrolló a los agentes

Abdennour El Hichou, el último tripulante de la narcolancha que mató a dos guardias civiles en Barbate, tras su detención en la madrugada del pasado domingo, en una imagen facilitada por la Guardia Civil.

Accidente, cansancio, deshidratación... Abdennour El Hichou, el último detenido por el asesinato en la noche del 9 de febrero de 2024 de los guardias civiles Miguel Ángel González y David Pérez en el puerto de Barbate (Cádiz), ha itido este lunes ante el juez que instruye la causa que aquel día iba a bordo de la narcolancha que arrolló la embarcación en la que iban los agentes, pero ha atribuido el trágico suceso a un accidente fruto de un cúmulo de circunstancias.

El Hichou, de 39 años y que ha estado prácticamente los 15 meses desde que ocurrieron los hechos oculto en su país, Marruecos, ha asegurado que tanto él como sus tres compañeros, arrestados con anterioridad, acumulaban el día que ocurrieron los hechos un importante cansancio tras permanecer 20 días embarcados y que, incluso, él sufría un episodio de deshidratación, según detallan a EL PAÍS fuentes conocedoras del contenido de su declaración.

El ahora encarcelado también ha itido que vio las luces azules de la zódiac de la Guardia Civil en el puerto, pero a lo lejos, y que aunque notó que la narcolancha impactaba contra algo cuando abandonaban el refugio, siempre creyó que había sido con una boya del puerto y no la embarcación de los agentes fallecidos. En su relato, ha añadido que posteriormente pusieron rumbo a Sanlúcar de Barrameda, hacia el río Guadalquivir, donde llegaron al amanecer, y que una vez dentro del río subieron hasta la localidad de Lebrija (Sevilla), donde descendieron y tres de ellos se fueron en una furgoneta que acudió a buscarlos. Allí se bajaron de la embarcación tres de ellos, encima. El Hichou, que aseguró que se enteró de lo ocurrido por televisión, ha recalcado que se había entregado de forma voluntaria y que su objetivo con ello era ayudar en las pesquisas.

Tras oír su declaración ―que ha sido similar a la que el día anterior había prestado ante los guardias civiles que lo detuvieron―, el juez ha ordenado el ingreso El Hichou en prisión provisional sin fianza. Le atribuye, como a los otros tres detenidos por estos hechos, dos presuntos delitos de asesinato, cuatro delitos de asesinato en grado de tentativa, seis delitos de atentado, un delito de contrabando y un delito de pertenencia a organización criminal.

La versión de El Hichou es similar a la que ya esgrimieron los otros tres tripulantes ―detenido uno entre septiembre y los otros dos en noviembre―, que en todo momento han defendido que no tenían intención de matar a los agentes. Sin embargo, los informes policiales contradicen sus declaraciones, ya que concluyen que el “brutal” y “gratuito” ataque de la narcolancha contra la embarcación de la Guardia Civil tuvo como fin “causarles un grave daño o quitarles la vida [a los agentes]”. Por ello, el juez ya encargó el pasado enero un informe pericial para determinar si la embestida fue accidental, como defienden sus tripulantes, o una acción intencionada, como apunta la investigación del instituto armado.

El juez pretende con ello determinar si mantiene contra los cuatro las acusaciones de asesinato o si las rebaja a homicidio. En el primer caso, entendería que hubo intencionalidad por parte de los tripulantes de la narcolancha y la condena se podría elevar hasta los 25 años por cada uno de los fallecimientos e, incluso, a prisión permanente revisable si se concluye que estaban integrados cuando lo cometieron en una organización criminal, otro de los delitos de los que se los acusa. Por el contrario, si se concluye que la embestida fue accidental, sería homicidio, y la pena se situaría en la horquilla de entre 10 y 15 años, o menos, si los hechos se catalogan como homicidio por imprudencia grave, penado con un máximo de cuatro años.

La detención de El Hichou ―con la que la Guardia Civil ha puesto punto final a la bautizada como Operación Memorial― se produjo en circunstancias idénticas a las de los otros tres tripulantes de la narcolancha. Presionado por el cerco de la Guardia Civil sobre él, así como por las amenazas que supuestamente ha recibido durante estos meses de las mafias del Estrecho, que tuvieron que reducir su actividad en el Estrecho por el suceso y la presión policial, El Hichou se presentó en España, acompañado de un abogado, para facilitar su arresto. Los mismos pasos habían seguido en septiembre Karim El Baqqali ―quien pilotaba la embarcación en el momento del suceso, según confesó después― y, dos meses más tarde, Mohamed Laachiri y Yassine El Morabet. Los cuatro trabajaban presuntamente para la organización de Abdellah E. M., un capo del narcotráfico apodado Puspus.

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