Héctor de Miguel, ‘Quequé’: “Tenemos suerte de tener la ultraderecha más lerda de Europa y probablemente del mundo”
El cómico de la Cadena SER habla de su experiencia en los juzgados tras el archivo de la querella interpuesta por Abogados Cristianos


El cómico Héctor de Miguel (Salamanca, 48 años), también conocido como Quequé, hizo un chiste en su programa de la Cadena SER Hora veintipico y el colectivo ultracatólico Abogados Cristianos le puso una querella. La broma, que se pronunció el 27 de junio de 2024, abogaba por dinamitar la cruz del Valle de los Caídos (ahora conocido como de Cuelgamuros). “Y luego lo que queremos hacer (…) es coger todos los pedacitos que salgan de la Cruz del Valle de los Caídos y, de la misma manera que vosotros vais a las clínicas abortivas a acosar a las mujeres que van a abortar, nosotros iremos con esas piedrecitas a las puertas de las iglesias y los monasterios a tirárselas a los curas que se hayan follado a algún niño... O sea, a todos”, añadió De Miguel.
El juez instructor Carlos Valle Muñoz-Torrero consideró que el cómico debía ser procesado: a su modo de ver, las palabras de De Miguel fueron de “naturaleza ofensiva” y no suponían “una mera exageración o hipérbole”.
La semana pasada se conoció el auto de la Audiencia Provincial de Madrid por el que se archiva la causa abierta por un presunto delito de odio. Los magistrados concluyeron que los comentarios de De Miguel no constituyen delito, ni “fomentan directa o indirectamente un clima de hostilidad al hecho religioso o a aquellos que practican la religión católica”. Señalan, además, que hubo una “objetiva falta de seguimiento real de los mismos por parte de cualquier grupo o personas”.
Como ya ha recibido varias denuncias del ámbito de la ultraderecha, De Miguel sopesa pasar al contraataque, de un modo similar al de la revista Mongolia, que se querelló contra Abogados Cristianos por denuncia falsa. Son continuas denuncias que no llegan a nada, pero que obligan a los demandados a hacer esfuerzos en su defensa, lo que implica tiempo y dinero.
Héctor de Miguel recibe en los estudios de la Cadena SER, en la Gran Vía madrileña, para recordar todo el proceso. Señala que los magistrados de la Audiencia han tenido en cuenta sus argumentos: el humor, el contexto, su trayectoria profesional.
Pregunta. ¿Cómo está?
Respuesta. En el fondo ha sido una experiencia divertida que me servirá para escribir 10 o 15 minutos buenos de comedia. No sé cuándo, porque soy muy vago, pero lo haré. Quitando eso, está el disgusto que se llevó mi madre y mi familia. Y es una mierda, porque esto no debería haber llegado a donde llegó. Es un proceso que un juez instructor nunca debería haber itido.
P. Pero al final salió bien.
R. Sí, pero, en cierto modo, esta gente ya ha ganado un poco. Tienen lo que querían, la noticia, la foto. Nosotros también hemos sacado algo, como enseñar cómo funciona esto por dentro, cómo un juez de instrucción compara volar la Cruz del Valle de los Caídos con la plaza Pedro Zerolo. No ha sido agradable, pero me alegro de cómo ha acabado.
P. ¿Debe tener límites el humor?
R. De hecho, ya los tiene: el código penal. Lo que hay que hacer a veces es explorar esos límites. La libertad de expresión y la libertad de creación artística están por encima de la voluntad de censurar de este tipo de grupúsculos fundamentalistas o ultrarreligiosos. Pero es un debate muy aburrido, porque está claro cuáles son los límites.

P. Explorar los límites…
R. Bueno, yo tampoco le exijo a todos los comediantes y comediantas del mundo que hagan humor político o que jueguen siempre al límite. También me gusta mucho el humor blanco, el humor más basado en lo cotidiano, el observacional… Pero debo de ser un ingenuo, porque creo que hay libertad de expresión en este país y la uso.
P. Más allá de las leyes, a veces se argumenta que es legítimo hacer humor sangrante sobre los de arriba, los poderosos, pero no tanto sobre los de abajo.
R. Lo ideal es hacer el humor de abajo a arriba. Aunque, según el personaje que interpretes, también se puede hacer de arriba abajo. Por ejemplo, cuando juegas a interpretar a un facha, y eso implica entender la parodia y la ironía. Pero de esto se ha hablado mucho… Yo aquí siempre me remito a lo que diga Ignatius [el humorista Ignatius Farray].
P. ¿Cómo debemos gestionar la ofensa?
R. Yo hace años era muy radical. Cuando hacíamos el programa La vida moderna teníamos una frase que era: “Si te ofende un chiste, te jodes”. Pero quizás es demasiado… Se habla de la ofensa de los sentimientos religiosos, pero ¿por qué no de la ofensa de los de los fans de El señor de los anillos o de los aficionados de cualquier equipo de fútbol? Si jugamos a judicializar todas las ofensas, tendríamos que abrir cien juzgados especializados en eso. ¿Y por qué no los sentimientos de los ateos? A mí me ofenden muchísimo las cosas que dice la Conferencia Episcopal y no corro a denunciarles.

P. Pero existe un delito de ofensas de los sentimientos religiosos.
R. Sí, y creo que el Gobierno tiene una oportunidad muy buena, que no tendría que desaprovechar, siempre y cuando convenza a Junts, de derogar ese delito. Y, de paso, el de injurias a la Corona. Son vestigios del medievo. Bueno, tampoco de tan lejos: del nacionalcatolicismo que sufrimos aquí hasta el año setentaytantos. Ahora es el momento, para luego no lamentarse, que es la historia de siempre con el PSOE.
P. ¿Cree que esto le puede afectar, aunque sea de forma inconsciente, a la hora de meterse en charcos?
R. No. No creo que me vayan a quitar las ganas de seguir jugando. Intentaré que no. Y también quiero dejar la imagen de que no pueden ganar en el sentido de que la gente, los jóvenes humoristas, se empiecen a morder la lengua por miedo. Es que no tienen razón y no hay que tenerles miedo. De hecho, ponen de estas querellas a cholón, porque tienen dinero, aunque sepan que las van a perder. La mayoría ni siquiera llega a donde ha llegado esta. Si te toca un juez medio normal, ahí se acaba.
P. ¿Este no era medio normal?
R. Este tiene un historial llamativo, está publicado. Perseguía a las mujeres que abortaban y dijo que Esperanza Aguirre no había hecho nada grave por atropellar a un policía en plena Gran Vía. Tiene un largo historial a sus espaldas.
P. Es curioso que la derecha es la que más se queja de que “no se puede decir nada”, aunque los que acaban ante el juez suelen ser gente de izquierdas.
R. Una vez en el programa parodiamos a Pablo Motos quejándose en El Hormiguero, el programa más visto de España, de que no se podía decir nada. Es absurdo. Lo que quieren decir es que ya no pueden contar con tanta alegría los chistes machistas, racistas, clasistas que contaban; ni decir, sin mirar alrededor, las obscenidades que antes decían. Yo con eso también tuve mi proceso: hace diez años, como cómico, no me gustaba la idea de que Arévalo hoy no pudiese contar sus chistes…
P. Digamos que se operan cambios en el sentido común.
R. Claro. Un día lo piensas y es que igual hemos avanzado como sociedad. Antes se grababan en cintas chistes de gangosos, chistes de gordos y de mariquitas. Y la gente se reía. Además, es que es mentira: sí que se pueden decir cosas. Dilas. Ya verás que se pueden decir. La cuestión es quién quieres que te aplauda. Y que ahora la gente te puede responder.
P. El humor puede servir para relajar las tensiones sociales, pero también puede colaborar a la crispación.
R. Sí, hay esa cosa utópica de que el humor sirve para aliviar y descomprimir… Si es de tu cuerda sí, si no te va a enfadar. La solución es no consumir ese humor que te enerva. Dicen que en Hora veintipico somos unos rojos que siempre vamos para el mismo lado. Claro, pues no lo veas.
P. La ultraderecha crece entre los jóvenes varones.
R. Lo están haciendo bien, la ultraderecha está jugando de manera inteligente. A esos chavales con desasosiego les dice que la culpa de que no tengas futuro no es del de arriba, es de los de abajo. Que los pobres se enfrenten entre ellos es una estrategia clásica de la ultraderecha. Pero tenemos suerte de tener la ultraderecha más lerda de Europa y probablemente del mundo. Por supuesto, también es responsabilidad de la izquierda que no ha sabido explicar de quién es realmente la culpa de lo que sucede y de no dar referentes a esos chavales que la derecha sí les da. Los streamers que hablan enfadados desde internet, no ayudan.
P. Se habla mucho del sesgo de la judicatura.
R. Algo de eso he notado [risas]. Quizás en esta legislatura se podría cambiar la forma en la que alguien llega a juez o jueza, y que no parezca un cargo hereditario. No todo el mundo se puede permitir pasar tres o cuatro años estudiando, así que igual habría que becar de alguna manera a gente que quiera ser juez. Aquí hubo una Transición en la que todos los estamentos transicionaron, unos más que otros. Pero yo creo que uno transicionó muy poco, y ese es el de la justicia. Yo creo que España está en una pantalla mucho más avanzada de la que está su justicia.
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