El gobernador de Buenos Aires y Cristina Kirchner consuman la fractura del peronismo
Axel Kicillof desdobla las elecciones en el mayor distrito electoral de Argentina, en contra de los deseos de la expresidenta


Es posible decir que la expresidenta de Argentina Cristina Kirchner tiene dos hijos. Uno de sangre, Máximo Kirchner, diputado y líder de la agrupación La Cámpora; el otro político, Axel Kicillof, gobernador de la provincia de Buenos Aires, principal distrito electoral del país y bastión del peronismo. Este lunes, Kicillof decidió romper con su madre política, en una jugada que tendrá derivaciones aún difíciles de mensurar para el futuro del movimiento fundado por Juan Domingo Perón. El motivo de la fractura puede parecer nimio: el gobernador separó por decreto las elecciones a legisladores provinciales de las de diputados y senadores nacionales. Las primeras serán el 7 de septiembre y las segundas el 26 de octubre. Pero Kirchner se opone tajantemente a esa posibilidad, con el argumento de que la maquinaria peronista se concentrará en la campaña provincial, donde está en juego la suerte de los alcaldes, y dejará a la intemperie la nacional, su gran apuesta para no perder protagonismo.
Es un clásico argentino que las provincias separen las elecciones locales de las nacionales. La idea es que las campañas no se contaminen con discusiones no regionales, sobre todo si el candidato pertenece al partido que está en la Casa Rosada y la gestión tiene mala imagen. Cuando la popularidad del presidente suma votos, todos van con él; si, en cambio, los espanta, los gobernadores y alcaldes prefieren ir solos y no nacionalizar la campaña. En el caso de Kicillof, entiende que podrá sacar mejor provecho de su popularidad en las legislativas provinciales si está lo más lejos posible de las discusiones con el presidente, el ultraderechista Javier Milei. Pero no solo eso. Argentina vive en tiempo real la guerra por el control del peronismo, que aún no se recupera de la derrota electoral de 2023 ante un desconocido vociferante.
El tiempo pasa rápido. Kicillof fue el último ministro de Economía del tercer Gobierno kirchnerista. Y hasta hace pocos meses era también la principal apuesta presidencial de Cristina Kirchner, incluso en detrimento de su hijo, Máximo. Pero el gobernador, y ahí está la cuestión de fondo, tomó nota de la experiencia presidencial de Alberto Fernández. Ungido como candidato por Kirchner, Fernández ni rompió con su mentora ni armó su propio espacio político cuando pudo hacerlo. Su Gobierno, sin apoyos dentro del peronismo, fue un fiasco descomunal que abrió las puertas a Milei.

El kirchnerismo, como era de esperar, pegó con dureza contra Kicillof. La intendenta de Quilmes, en el extrarradio de la capital, Mayra Mendoza, dijo que el Gobernador quiere “cortarse solo y determinar un calendario electoral”. Mendoza es de La Cámpora y lleva tatuado en un brazo la cara de Néstor Kirchner. Cuando habla, lo hace en nombre de la expresidenta. “Estamos completamente sorprendidos porque estuvimos reunidos el domingo más de ocho horas y esto no era lo que habíamos cerrado. Desde nuestro lugar no hay una pelea, el que rompió algo que estábamos en proceso de decidir juntos fue Axel. Nosotros queríamos unidad y una sola elección. ¿Cuál es el problema que tiene con Cristina para no solo ir en contra de ella sino de lo que queríamos todos?”, dijo Mendoza.
Desde el entorno de Kicillof, la respuesta quedó en manos del ministro de Desarrollo, Andrés Larroque, alguna vez un peso pesado dentro de La Cámpora que se pasó a las filas del gobernador.
“Estamos observando decisiones de Cristina que no coinciden con lo que fue su conducta histórica. Es evidente. Todo tiene retorno si se acepta que Axel no es un empleado y es el gobernador de la provincia de Buenos Aires”. dijo.
Kicillof no es solo ahora el principal opositor a Milei. Ha decidido además ponerse al hombro la renovación del peronismo, pese a que siempre negase que esa era su intención. El triunfo de Milei puso en crisis la efectividad del peronismo de izquierda que surgió tras la debacle del corralito en 2001 y aquel famoso “que se vayan todos”. El kirchnerismo fue imbatible durante casi dos décadas, pero los tiempos han cambiado.
El peligro al que se expone ahora Kicillof es que Kirchner y La Cámpora salgan en estampida del Gobierno provincial y le vacíen el Gabinete de ministros, como ya hizo la expresidenta con Alberto Fernández tras la derrota legislativa de 2021. Tiene a su favor el apoyo de los intendentes peronistas que buscan un cambio y están harto del liderazgo de Cristina Kirchner. Es una disputa que recién comienza, y justo en la provincia de Buenos Aires, donde el peronismo nació hace 80 años para representar los intereses de un nuevo proletariado industrial que crecía en los márgenes de la capital argentina.
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