Los goles que nos meten a diario
Como si el fútbol fuera un servicio público, se permite a LaLiga bloquear internet a discreción para proteger su producto de la piratería


Desde hace unos meses, cada jornada de fútbol, la España que usa internet —no se lo van a creer, pero también hay de la otra— se pone a temblar. ¿Por dónde vendrá el tajo de esta vez? ¿Qué páginas dejarán de funcionar? ¿Podré hacer lo que necesitaba hacer?
Porque desde hace unos meses, a petición de la Liga de Fútbol Profesional, las operadoras de telefonía bloquean de forma masiva direcciones de internet. El objetivo es frenar la difusión ilegal de partidos de fútbol. En la práctica, es cortar en el proceso miles de servicios online perfectamente legítimos, para exasperación de los s españoles —es difícil encontrar mensajes en redes con un lenguaje publicable— y el asombro de empresas y s en el extranjero. “Es que estamos desquiciados”, se iraba en Bluesky @luigidev. “Es como cerrar el centro comercial todos los findes porque alguien usa el wifi para bajarse MP3”.
El fin de semana pasado, con el clásico Barcelona-Real Madrid en juego, llegó a estar cortada la plataforma de pago por internet Redsys, que miles de empresas utilizan para vender online. “Me ha dado por pensar qué pasaría si se sincronizara la salida de entradas para movidas estilo lo de Bad Bunny [que fue el gran tema de la semana pasada] con un partido gordo”, comentaba @rosinmas en Bluesky. “Redsys caído, media España tal que así contra la Liga”, ilustrada con una imagen de una masa enfurecida con antorchas.
LaLiga cuenta con el respaldo de una sentencia del Tribunal número 6 de lo Mercantil de Barcelona, que también ha rechazado las peticiones de nulidad por parte de algunas empresas afectadas. En el documento, el juez hace suyos los argumentos de LaLiga que indican que bloquear direcciones IP una a una —de forma que no cause daños colaterales— es ya impracticable porque la tecnología avanza muy rápido, los s siempre pueden saltarse las protecciones y los piratas siempre van a ser más ágiles. Como un servicio público para los desavisados del calendario de la jornada liguera, se ha creado una página web (hayahora.futbol) para que los s podamos ver qué direcciones han sido objetivo del hachazo balompédico.
Los s, al menos los que han dado su opinión en redes, no están para nada convencidos. Una de las empresas afectadas, que no tiene nada que ver con el fútbol —es un organizador personal online— hacía saber a sus s en inglés que “de alguna manera, un juez ha decidido que es justo bloquear un trozo entero de internet solo para impedir que cierta gente piratee partidos de fútbol”.
Somehow, a judge decided it's fair to block an entire chunk of the internet nationwide just to stop some people from pirating soccer matches. Luckily, Juno is offline-first so all your changes will safely sync as soon as the match ends.
— Juno - Personal planner (@juno.do) Mar 29, 2025 at 20:53
Todo este cirio se suma al sempiterno debate sobre la industria del fútbol, un negocio estrictamente privado que, por obra y gracia de su popularidad, tiene prácticamente la consideración de servicio público. Recordemos que, cuando se presentó el proyecto de la Superliga Europea, el mismísimo primer ministro de Reino Unido intervino para bloquearlo.
Es una zona gris que clubes y federaciones aprovechan con largueza. Esta misma semana Human Rights Watch presentó su informe sobre el trabajo en Arabia Saudí, que, como otras monarquías absolutas del Golfo, sostiene su economía sobre una masa de trabajadores bangladesíes, pakistaníes y nepalíes sometidos a horrendas condiciones laborales. En Arabia Saudí, son más de 10 millones. El Mundial de Qatar de 2022 se edificó sobre centenares de muertos (400 solo los reconocidos por el Gobierno catarí) pero eso no supuso problema para la FIFA, que concedió el Mundial a la monarquía saudí en un proceso cargado de irregularidades.
2/ 13.4 million migrant workers are the backbone of Saudi Arabia’s massive construction projects. They work in appalling conditions, often unpaid, in extreme heat, and with no rights. Thousands will pay with their lives - just as we saw in Qatar.
— Rasmus Kähler Augustesen (@vaseaugustesen.bsky.social) Dec 17, 2024 at 22:13
Lejos de la intención de esta columna hatear al fútbol. Pero, como sociedad, tendríamos que estar más atentos a los goles que nos mete su modelo de negocio. Dejarnos sin internet no es el peor de todos.
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