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Ferias de Atracciones
Crónica
Texto informativo con interpretación

Patufet, el carrusel más antiguo de Barcelona: “Lo fácil era abandonar. Lo hacemos porque nos gustan las antigüedades”

En 2011 el tiovivo se instaló donde se encuentra ahora, en la plaza de Alfons el Savi del Parc de les Aigües, en permanencia

Carrusel de la plaza Alfons el Savi, con más de 90 años, es el más antiguo que se encuentra en Barcelona.
Tomàs Delclós

Yo conocí, siendo niño,/ la alegría de dar vueltas/ sobre un corcel colorado,/en una noche de fiesta./(...) ¡Alegrías infantiles/ que cuestan una moneda/ de cobre, lindos pegasos,/ caballitos de madera!/ (Soledades, Antonio Machado, 1907). El poeta podría haber escrito algo muy parecido si hubiera conocido los lindos pegasos que giran desde hace años, muchos años, en la plaza de Alfons el Savi del Parc de les Aigües. Es el carrusel más antiguo de Barcelona y, puede ser, de Cataluña. Cada día, laborables y festivos, abre para su clientela menuda. Se llama Patufet.

Lo gestiona un matrimonio de médicos, ajeno totalmente al mundo de los feriantes. Atienden al periodista gentilmente, pero piden anonimato. Este gran, poético, juguete, fue fabricado en Reus. “Y en 1987, un señor le propuso comprarlo al padre de mi marido, que era una persona con mil actividades. Se lo quedó. Hemos intentado fecharlo. La sobrina del vendedor le calcula más de 90 años”. Tras una etapa levemente nómada -Horta, la plaza Joanic de Gràcia y la de Alfons el Savi-, en el 2011 se instaló donde se encuentra ahora, en permanencia.

Con la remodelación de la plaza en 2010, tuvieron que desmontarlo. Aprovecharon los meses de obras para su restauración. Se puso una plataforma metálica en lugar de la de madera. Después de una primera intervención a cargo de una empresa, ahora trabajan con un mecánico, sc Palau, especializado en coches clásicos, de época. “Recuperamos la estética del carrusel original. Si se hacía, debía hacerse bien”. Abundan en los carruseles, por ejemplo, adornos un tanto psicodélicos y ellos le quitaron luces que estaban por todas partes, taparon agujeros, cuidaron con especial mimo las piezas de madera (los caballos y un carro), etcétera “Al estar a la intemperie necesita muchos cuidados. Palau se encarga periódicamente de restaurar las distintas piezas”. Palau también es coleccionista. Tiene el coche más antiguo que hay en Barcelona, un Renault matrícula B-187, y es el único maestro artesano censado por la Generalitat en restauración de vehículos. “La principal dificultad”, explica Palau, “es devolver al cochecito su condición original”. La documentación es fácil “porque son iconos inconfundibles de una época (Tiburón, Alfa Romeo, coche de bomberos...)”. “Dejamos el coche en plancha viva, no empleamos fibra”. Palau destaca la generosidad del matrimonio que mantiene Patufet. “Lo fácil era abandonar. Hacen una tarea de mecenazgo, poniendo el carrusel a disposición de la ciudad”.

Carrusel de la plaza Alfons el Savi. En la imagen, una niña da vueltas sobre un taxi del carrusel. [ALBERT GARCIA]

Aunque tienen dos empleados para cubrir los turnos del carrusel y de una churrería próxima, el mantenimiento de un ingenio como éste, pide mucha atención. “No somos una empresa. Un domingo pueden llamarte para que localices un electricista o un mecánico para solventar una avería”. El matrimonio seguirá dedicándole el tiempo que necesita. Después de ellos, no se sabe. Han tenido dos hipotéticos compradores, uno local y otro belga, coleccionista de atracciones vetustas. Desecharon las proposiciones. “No lo hacemos por dinero. Lo hacemos porque nos gustan las antigüedades”. Conservan una imagen imborrable durante la pandemia: un niño llorando porque sus caballitos estaban encerrados.

Nunca han recibido subvenciones. Eso sí, al tratarse de una máquina histórica pueden estar fijos en un mismo lugar todo el año, sin tener que moverse como hacen las otras atracciones urbanas. “La gente del barrio valora mucho lo que tenemos puesto en la calle. Muchos vienen recordando que su padre también los trajo”.

En los Jardines Tívoli de Copenhague está, lo dicen en Internet, el tiovivo más grande del mundo. Y para ver el más antiguo en funcionamiento, dicen, hay que ir al Letna Park de Praga. El origen acreditado del invento no habla precisamente del recreo infantil. Servía para el entrenamiento de la caballería que desde los corceles de madera debían ensartar muñecos o anillos. Instalados en rincones secretos de los castillos, con el pasar de los años empezaron a disfrutar de ellos los cortesanos de las realezas. Es en el XIX cuando empiezan a encontrarse en las ferias y se habla de fabricantes alemanes (los Dentzel y los Heyn) o ses (los Bayol). Y hay museos, más o menos grandes, en Bristol (Gran Bretaña) y en Kansas, y Albany y Ohio, que se dedica a la conservación, dice su web, de 200 instalaciones a lo largo de Estados Unidos. Son guardianes de esos añejos, lindos pegasos que, en Barcelona, cuidados para que envejezcan sin achaques, pueden cabalgarse en la plaza Alfons el Savi.


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Sobre la firma

Tomàs Delclós
Licenciado en Derecho y Periodismo, fue profesor de Historia del Cine en la UAB durante varios años. Trabajó en las redacciones de Fotogramas, Tele/Expres, El Periódico y, durante más de treinta años, en EL PAÍS donde, como subdirector, participó en la fundación de Babelia y Ciberpaís. Fue Defensor del Lector.
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