Preocupante fragilidad
Los lectores escriben sobre el masivo apagón, la vulgaridad en televisión, la universidad pública y el sistema educativo

El apagón masivo revela la preocupante fragilidad de nuestras infraestructuras eléctricas. En un momento en que la digitalización y la dependencia tecnológica son absolutas, resulta inaceptable que un fallo energético paralice transportes y comunicaciones durante horas. Además, la respuesta institucional ha sido poco clara en los primeros momentos, lo que ha generado desconcierto entre la población. Este suceso debería ser una llamada de atención urgente para invertir en redes más seguras y sistemas de emergencia más eficaces. No podemos permitir que la falta de previsión o de inversión exponga a millones de personas a una vulnerabilidad tan extrema.
Néstor Gozalbo Fortuny. Gavá (Barcelona)
Un poco de pudor
Después de presenciar en televisión cómo a un tipo le limpian y saborean los mocos, tengo que protestar. Hablo también de programas con incontables escenas de apareamiento repetitivo e innecesario, y vulgarísimos diálogos con el “puto/a” y el “follar” constantes en la boca, imposibles de ver sin sentir incomodidad. También existe esa gente que cuenta su intimidad a los cuatro vientos incluso gratis; la de las miserias publicadas o detalladas al día y la exhibicionista en redes sociales con ganas de sobresalir a cualquier precio, para —verbigracia— acabar limpiando y saboreando mocos en público... Pudor (recato, vergüenza, miramiento, decoro, educación, empatía), por favor.
Marga de Cala Bravo. Almensilla (Sevilla)
La universidad pública duele
Las mujeres de nuestra generación fuimos las primeras universitarias de la familia. Nuestros padres trabajaban en las fábricas y nuestras madres en las casas. Con todo el sacrificio del mundo, y gracias a la educación pública, nos dijeron que iba a ser nuestra herencia, y eso conllevaba una gran responsabilidad. Un suspenso significaba una derrota para nosotras, para nuestros progenitores y para la economía familiar. Por eso nos duele tanto la universidad pública, porque es un símbolo, un derecho conquistado, porque en sus aulas está nuestra dignidad de clase trabajadora, la herencia de nuestras familias convertida en conocimiento.
Ana Belén Pérez Villa. Soria
Conexión con el mundo real
Uno de los problemas más frecuentes entre los alumnos es la sensación de que lo que están estudiando no les servirá nunca para nada. Esto, en muchos casos, provoca una fuerte desmotivación en el proceso de aprendizaje. El problema no tiene por qué ser el contenido de estudio, sino la falta de conexión con la vida real. Los alumnos necesitan ver una utilidad clara en lo que estudian, una respuesta al “¿de qué me va a servir?” que no sea “para aprobar”. Encontrar la manera de explicarles cómo eso que estudian les puede ayudar en su futuro, en su trabajo o en su vida personal. Sin ello, el estudio se convierte en una obligación que no se destina a lo que debería ser su finalidad real: formar mujeres y hombres más ágiles mentalmente y prepararlos para entender y transformar el mundo que nos rodea.
Carla Soriano Fuster. Valencia
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